Hace mucho tiempo, en un país muy lejano, vivía una princesa junto a su fiel dragón, Celenius. Los dos eran inseparables y les gustaba vivir grandes aventuras.
El día en el que la princesa cumplió 18 años, su padre, el rey Serene, invitó a un apuesto príncipe de un reino cercano para que le pidiese matrimonio a su hija. La joven, en cuanto lo vio, supo que sería el esposo ideal, así que comenzó una larga conversación con el príncipe para conocerlo mejor. El pobre Celenius se sentía desplazado, pues su dueña no le prestó la más mínima atención a lo largo del día.
A la mañana siguiente, la princesa anunció que se iría con su futuro esposo al castillo de éste para contraer matrimonio y vivir juntos. También le dijo a su querido dragón que él marcharía con ellos. Y así, la princesa, junto a Celenius y su príncipe, vivió feliz el resto de su vida.
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